METAMORFOSIS DEL INSECTO NOCTURNO
Violeta Ospina produce registros de intervenciones mínimas, amorosa y cuidadosamente planeadas en el espacio urbano. A veces actúa sola, a veces el grupo que la acompaña aparece en acciones nocturnas que rodean el performance y el teatro. Estas producciones esquizoides se llevan a cabo en tierras de nadie, en lugares intersticiales (emparentados con los no- lugares de Marc Augé), en esta Bogotá permanentemente destrozada, jugando con el tiempo y revelando fragmentos de una ciudad entresoñada, entreabsurda, entredibujada, entrealucinada.
La inmersión de este grupo –convocado y unido por secretas filiaciones– en espacios públicos comunes, indefinidos, anónimos, se realiza con mucha libertad de juego y mucho humor: recuerda algunos trabajos de los dadás, los futuristas y los surrealistas.
Lejos de cualquier trascendentalidad, propone una visión festiva llena de una extraña poesía de lo efímero y evanescente. Aquí se encuentra una negociación con diferentes tiempos a través de técnicas de dilatación y compresión de la imagen y del sonido. En alguna de las acciones la cámara funciona como un voyeur torpe que capta los destellos y las chispas de polillas e insectos nocturnos, héroes imposibles y fracasados –está rondando la palabra errar, equivocarse, andar sin rumbo –.
Transurbancia, apariciones, instauraciones. Libre curso a cierto espíritu subversivo, travieso, al mismo tiempo esperanzado y desesperanzado, “micro–político”, caracterizado por una frescura y un entusiasmo sin falla. Trampatempos
a los ojos del azar y del destino, de los cuales, sin duda,
se pueden aguardar razonablemente prodigios.
En esta labor conjunta podemos encontrar una forma (activa) de lo fantástico contemporáneo: la creación de pequeños antimonumentos, pequeñas piezas líricas creadas por distorsión y yuxtaposición de elementos próximos a lo familiar de la vida diaria, propensos a desatar un sentimiento de extrañeza y complicidad. Vasos comunicantes entre una poética y una política de la vida cotidiana.
De su diario de concepción y planeación del proyecto, extraigo algunas notas:
“ Convocatoria: Esta vez los convoco para intervenir la construcción de la carrera 3ª. con Calle 19 (Las aguas). La obra (de construcción de Transmilenio) se ha demorado por muchos motivos, conformando nuevos senderos de paso, ajustando al transeúnte a una tela verde. Los márgenes y el interior de la construcción serán el laboratorio. La idea: activar la noche y detener el tiempo. Buscar los flujos y la luz. Habitar vs Transitar”.
...
“ Programa de acciones:
Tratar de empujar un poste.
Romper el flujo de personas con esfuerzos inútiles (con una cinta reflectiva)
El beso: mandar besos a través de una lupa.
Tratar de saltar lazo en una masa de arena o en una amalgama de cemento.
La polilla (dos bengalas).
Escribir “por aquí pasaba un río” con una bengala encendida.
Bailar con una linterna en mano al lado de una señal de desvío.
Pasar la calle con una máscara de soldadura puesta y de la mano de alguien que no tenga confianza en tus acciones.
...
Un obrero me susurra que el acceso está prohibido.
…
trampa de agua: acción del paraguas.
trampa de viento: acción con ringlete y caída.
trampa de tierra: saltar, arrastrarse, abrazar una masa de escombros.
trampa de fuego: la polilla, golpear con una bengala una montaña de arena.
trampaeros: el beso, los amantes, el abrazo. El baile ”.
Violeta Ospina extrae del tránsito la naturaleza oscura y maravillosa del tiempo que corre, sus resonancias magnéticas:
no se trata, frente a una sirena de evocar sus cantos y trampas, se trata frente
a una sombrilla de sentir la lluvia y las reverberaciones de sus reflejos en el aire.
Repetición de la acción de los amantes. Metamorfosis del insecto nocturno, irreal, fantasmal, vertiginoso, fecundo.
Gustavo Zalamea
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