Apuntes sobre la brisa (a propósito de una exposición póstuma)

Algo reside en el fondo, una preocupación por la pérdida de lo conocido, ese irremediable enfrentameinto entre la idea de progreso y la de territorio construído desde la memoria. Reside en una generación de artistas fascinados por su urbe: Franco, Muñoz, Asturdillo... Y cómo la ciudad se debate entre lo oficial y lo no oficial aquí y allá. Dos miradas enfrentadas. Nadie gana la partida.
Es esa mirada oficial la que le dice adiós al Cementerio Central de Bogotá: mantener alejada la muerte es una cobardía, para Beatriz Gozález, entre otros, intervenir la zona propuso un último suspiro con tentativa al fracaso. Pero el desarrollo viene veloz rompiendo y deshaciendo, no tanto como reconstruyendo, imposible alcanzarlos, imposible frenarlos, tal vez fotografiarlos. En Bogotá, en todo su centro, ya el pasado no duele, está eclipsado entre los cerros. Sus calles no hablan más, sólo se retuercen; Bogotá en tinieblas como Cali en el 56, quemandose a poquitos.
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