DESHABITUANDO EL HÁBITAT (del cuaderno de Leonato Povis)



El pensamiento más reciente que tuve antes de sentarme a escribir fue tal vez la posibilidad de hablar sobre el movimiento esta ciudad, sobre su dinámica tanto interior como exterior, porque se siente en mis latidos y en los de ella, allí detrás de la puerta del apartamento, a unos seis pisos escalera abajo (o si prefiere ascensor), a cuatro pasos para salir de la portería y a un adiós al vigilante (ojo).

La primera paradoja de movimiento: estar sentado me dificulta escribir sobre las impresiones vividas antes de llegar a casa, todo ese andar e indagar sobre las cuestiones aveces sabidas y contra sabidas.

La primera parajoja de la velocidad: mis pensamientos aveces van más rápido que mis dedos.

(ojo) vigilante.

(Del lat. vigĭlans, -antis).

1. adj. Que vigila.

2. adj. Que vela o está despierto.

3. com. Persona encargada de velar por algo.

4. com. Agente de Policía.


El vigilante puede ser una luz más en el alumbrado público, con sus dos lámparas protegidas por una capucha de lana negra o azul oscuro nos ilumina desde la sombra. Paradoja de la iluminación o pura contradicción: sin vigilante la luz eléctrica es insuficiente. Si por tantas capas de seguridad quiero pasar (movimiento) para remomorar algo de esa condicón y sensación de estar en la calle, tal vez me demore muchas entradas del blog(tiempo - velocidad) y apenas apenas pueda dar cuenta de mis estados de ánimo, mis sentimientos hacia ella y la urgencia de llegar a casa y traducirlos. Ir para atrás aveces conduce a un resultado inútil, a un fracaso. Este texto puede entrar en la línea de fracasos o puede ser, por qué no, el abrebocas para un texto sobre la firme intención de volver a habitar Bogotá, desplazando los hábitos, los lugares comunes, las puestas en escena (mi ojo no es inocente, ¡mi ciudad me la arrebató!) y luchando para combatirlos. ¿Un nuevo héroe para Btá? ¿Una conspiración? ¿Una condición nómada del espíritu?

Continuará

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